Si la literatura sirve para construir mitos, en la
novela Frankenstein (1818), de la
escritora inglesa Mary Shelley, tenemos uno de los ejemplos más potentes de la historia, en la medida en que se ha incorporado con gran efectividad en lo que
conocemos como cultura. Haya o no leído la novela, el hombre común difícilmente
ignorará la rica iconografía que representa a la monstruosa criatura,
popularizada de forma temprana en 1931 por el cine de James Whale y sus
continuadores.
Por
lo tanto, una vez comprobada la enorme importancia del personaje para la
construcción de la realidad, no es extraño que de la mencionada novela se
deriven otras películas, novelas o bien obras de teatro. Tal es el caso de The Frankenstein Theory (“La teoría Frankenstein”,
EUA, 2013), filme de Andrew Weiner proveniente
de una industria, la norteamericana, tan compleja que puede permitirse
productos de este tipo.
La
propuesta de Weiner, quien escribe el guión con su colaborador, Vlady Pildysh, en
principio parece innovadora: el científico Jonathan Venkenhein (Kris Lemche)
asegura que las investigaciones de uno de sus antepasados inspiraron la novela
de Shelley, así que el monstruo de Frankenstein es real. Para comprobarlo,
viaja con un grupo de documentalistas hasta Canadá, donde espera contactar al
monstruo y aprovecharlo para sus experimentos científicos.
Frankenstein es una novela,
entonces, basada en una crónica científica, esta última destruida por el
antepasado de Venkenhein para evitar que el peligroso experimento fuera
duplicado.
Sin
embargo, hay que recordar la película de 1990 La resurrección de Frankenstein (Frankenstein Unbound), de Roger Corman, en la cual un científico
del año 2031 viaja en el tiempo hasta principios del siglo XVIII, para ser más
exactos 1817, justo antes de que se publique la novela. Una vez ahí, convive
con los personajes de Frankenstein y,
por si fuera poco, con quien será la autora de la novela, Mary Shelley; de
hecho tiene una aventura amorosa con ella. Todo ello en una cinta basada en la
novela del autor de ciencia ficción Brian Aldiss. En ese sentido, La resurrección de Frankenstein se
adelanta por más de dos décadas a The
Frankenstein Theory.
Por
su técnica, la película que analizamos además hace uso del llamado pietaje descubierto (discovered footage), que
otros llaman pietaje encontrado (found
footage), una forma de imprimirle verosimilitud a una película de este tipo
que linda con lo increíble o de lleno con lo sobrenatural, como es el caso de El proyecto de la bruja de Blair, cinta
ejemplar en su tipo por su gran impacto.
La
idea es suponer que la ficción cinematográfica que vemos en realidad es un
documental, de ahí que un equipo de grabación acompañe al científico en su
desventurado recorrido por las gélidas tierras canadienses, donde el monstruo
vaga a sus anchas.
Llega
un momento en la película en el cual nos enteramos, por una confidencia de su
indiscreta novia Annie (Christine Lakin), de que Jonathan Venkenhein fue
expulsado de la universidad debido a sus excéntricas teorías. Así que el viaje
a las tierras nevadas es dramático y para el joven científico es un asunto de
vida o muerte.
Fiel
a la técnica del falso documental, Weiner respeta la convención y solo vemos lo
que las cámaras registran, a veces por accidente. Hay planos muy logrados, como
ese en que apreciamos a lo lejos una figura (¿el monstruo?), registrada de
manera casual por la cámara; así ocurre pero los personajes no están muy
seguros de que, en efecto, algo se mueve en la lejanía.
Con
todo y eso los mejores momentos de la cinta están en deuda con los efectos
sonoros: refugiados durante la noche en una cabaña, los personajes no saben el
origen de los extraños ruidos que escuchan. ¿Acaso es un animal? Hay lobos en
los alrededores, pero no hay certeza. Weiner también acierta cuando escamotea
los planos del enigmático ser.
Tenemos
una anécdota que se apoya en un final abierto aunque por completo coherente con
la novela de Shelley, en la cual nos hablan de un monstruo solitario que antes
que nada desea la comprensión y la compañía que le ha sido negada.
Al
momento de ser adaptada, la novela se presta al proceder habitual del thriller, porque en este los personajes
con frecuencia pueden ser fulminados de uno en uno. Hay que recordar que, en el
relato, el vengativo monstruo asesina a cada uno de los parientes y seres
queridos del Dr. Víctor Frankenstein.
The Frankenstein Theory comprueba algo
que, por lo demás, es evidente: la actualidad de una novela como la comentada,
a casi dos siglos de su publicación. Pero homenajear el mito bien puede
significar situarse debajo de su sombra. [Publicado originalmente en la edición del 13 de septiembre de 2013 del semanario Primera Plana.]
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