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jueves, 19 de septiembre de 2013

Un mito monstruoso

Si la literatura sirve para construir mitos, en la novela Frankenstein (1818), de la escritora inglesa Mary Shelley, tenemos uno de los ejemplos más potentes de la historia, en la medida en que se ha incorporado con gran efectividad en lo que conocemos como cultura. Haya o no leído la novela, el hombre común difícilmente ignorará la rica iconografía que representa a la monstruosa criatura, popularizada de forma temprana en 1931 por el cine de James Whale y sus continuadores.
Por lo tanto, una vez comprobada la enorme importancia del personaje para la construcción de la realidad, no es extraño que de la mencionada novela se deriven otras películas, novelas o bien obras de teatro. Tal es el caso de The Frankenstein Theory (“La teoría Frankenstein”, EUA, 2013), filme de Andrew Weiner proveniente de una industria, la norteamericana, tan compleja que puede permitirse productos de este tipo.
La propuesta de Weiner, quien escribe el guión con su colaborador, Vlady Pildysh, en principio parece innovadora: el científico Jonathan Venkenhein (Kris Lemche) asegura que las investigaciones de uno de sus antepasados inspiraron la novela de Shelley, así que el monstruo de Frankenstein es real. Para comprobarlo, viaja con un grupo de documentalistas hasta Canadá, donde espera contactar al monstruo y aprovecharlo para sus experimentos científicos.
Frankenstein es una novela, entonces, basada en una crónica científica, esta última destruida por el antepasado de Venkenhein para evitar que el peligroso experimento fuera duplicado.
Sin embargo, hay que recordar la película de 1990 La resurrección de Frankenstein (Frankenstein Unbound), de Roger Corman, en la cual un científico del año 2031 viaja en el tiempo hasta principios del siglo XVIII, para ser más exactos 1817, justo antes de que se publique la novela. Una vez ahí, convive con los personajes de Frankenstein y, por si fuera poco, con quien será la autora de la novela, Mary Shelley; de hecho tiene una aventura amorosa con ella. Todo ello en una cinta basada en la novela del autor de ciencia ficción Brian Aldiss. En ese sentido, La resurrección de Frankenstein se adelanta por más de dos décadas a The Frankenstein Theory.
Por su técnica, la película que analizamos además hace uso del llamado pietaje descubierto (discovered footage), que otros llaman pietaje encontrado (found footage), una forma de imprimirle verosimilitud a una película de este tipo que linda con lo increíble o de lleno con lo sobrenatural, como es el caso de El proyecto de la bruja de Blair, cinta ejemplar en su tipo por su gran impacto.
La idea es suponer que la ficción cinematográfica que vemos en realidad es un documental, de ahí que un equipo de grabación acompañe al científico en su desventurado recorrido por las gélidas tierras canadienses, donde el monstruo vaga a sus anchas.
Llega un momento en la película en el cual nos enteramos, por una confidencia de su indiscreta novia Annie (Christine Lakin), de que Jonathan Venkenhein fue expulsado de la universidad debido a sus excéntricas teorías. Así que el viaje a las tierras nevadas es dramático y para el joven científico es un asunto de vida o muerte.
Fiel a la técnica del falso documental, Weiner respeta la convención y solo vemos lo que las cámaras registran, a veces por accidente. Hay planos muy logrados, como ese en que apreciamos a lo lejos una figura (¿el monstruo?), registrada de manera casual por la cámara; así ocurre pero los personajes no están muy seguros de que, en efecto, algo se mueve en la lejanía.
Con todo y eso los mejores momentos de la cinta están en deuda con los efectos sonoros: refugiados durante la noche en una cabaña, los personajes no saben el origen de los extraños ruidos que escuchan. ¿Acaso es un animal? Hay lobos en los alrededores, pero no hay certeza. Weiner también acierta cuando escamotea los planos del enigmático ser.
Tenemos una anécdota que se apoya en un final abierto aunque por completo coherente con la novela de Shelley, en la cual nos hablan de un monstruo solitario que antes que nada desea la comprensión y la compañía que le ha sido negada.
Al momento de ser adaptada, la novela se presta al proceder habitual del thriller, porque en este los personajes con frecuencia pueden ser fulminados de uno en uno. Hay que recordar que, en el relato, el vengativo monstruo asesina a cada uno de los parientes y seres queridos del Dr. Víctor Frankenstein.
The Frankenstein Theory comprueba algo que, por lo demás, es evidente: la actualidad de una novela como la comentada, a casi dos siglos de su publicación. Pero homenajear el mito bien puede significar situarse debajo de su sombra. [Publicado originalmente en la edición del 13 de septiembre de 2013 del semanario Primera Plana.]


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