«Call Me by Your Name» (Italia| Francia| Brasil| EUA,
2017), de Luca Guadagnino. La historia del despertar sexual de un joven de 17
años, Elio (Thimotée Chalamet), quien vive con sus padres en un pueblo del
norte de Italia. Hasta ese lugar llega, para ayudar en sus investigaciones
académicas al padre de Elio, un estudiante universitario proveniente de los EU,
Oliver (Armie Hammer). Luego de una serie de desencuentros, surgirá un apasionado
romance entre ambos. Película elogiada hasta la saciedad por la crítica (para
algunos la mejor de 2017). Sin embargo, a pesar de la indudable belleza de la
campiña italiana, del buen desempeño del elenco y de la vigorosa interacción
entre sus dos protagonistas masculinos, la película no puede evitar ser algo
divagante. En su anterior, «A Bigger Splash» (2015), Guadagnino también jugaba
casi con los mismos elementos ―la belleza y el exotismo italianos, el erotismo,
una casa apartada, incluso el choque cultural―, aunque se las ingeniaba para
inyectar interés a su historia con un personaje muy chocante y una intriga
policiaca. Sin embargo, ahora solo se regodea en escenas de gran belleza y sus
personajes son incapaces del rencor: todos perdonan, entienden, apoyan y
sonríen. El único conflicto real parece ser la reclusión final de uno de los
personajes en el closet, pero hasta en ese momento parecen decirnos: “Así es la
vida”. O bien: “¡Oh, qué duro es crecer, me quedo mirando el fuego de la
chimenea, qué profundo!”. Eso no evita, como hemos dicho, momentos de verdadera
inspiración, como el baile con The Psychedelic Furs al fondo, o esa escena de
la estatua que emerge de las aguas.
Me parece algo tajante en donde anota "El único conflicto real", supongo que desde un punto exterior y general, puede que sólo haya sido eso. Pero creo que el retrato y proceso del conflicto interior lo hace interesante también.
ResponderEliminar