Hasta los huesos (Bones and All, Italia| EUA) 2022) de Luca Guadagnino. La película se cae al final, sí, aunque antes hay momentos de genuino terror. El género le queda bien a Guadagnino, me parece, a juzgar por los resultados de esta y de su controversial Suspiria. El maligno (2018). El filme tiene una conclusión que se la juega al todo por el todo y funciona a medias porque, si bien para ese entonces el espectador ya conoce a los personajes y por lo tanto es relevante lo que les pueda ocurrir, la escena culmen es demasiado sentimental. Los personajes importan, eso sí, en gran parte por la interacción entre Timothée Chalamet y Taylor Russell, esta última el verdadero centro de la historia. A todo esto, si el lector no lo sabe, esta es una historia acerca de amantes sacamantecas y caníbales, un asunto que ya ha sido abordado en antecesoras más célebres; de ahí que tal vez esta cinta no aguante esa odiosa comparación.
¿Y cuáles son esos momentos de terror genuino que decíamos al principio? Por ejemplo, la aparición del actor Michael Stuhlbarg, quien interpretó al padre comprensivo de Call me by your name; olvídese el espectador de ese amable señor, porque este... Desde luego, no podemos dejar de mencionar a Mark Rylance, el gran villano, aunque su personaje decepcione un poco al final por razones que no revelaré.
Ahora, esta en realidad es una película en la que se plantea el viejo dilema de las cintas de vampiros con ética, en la línea de nuestro amigo Louis de Pointe du Lac: ¿qué comer? O más bien: ¿a quién comerse? La solución ya nos la habían dado en Afflicted (2013), de Derek Lee y Clif Prowse, en la que el monstruo hasta ofrecía un servicio a la comunidad y sin hacer tanto drama. Por último, para los interesados en el tema, recomiendo Antropologías del miedo. Vampiros, sacamantecas, locos, enterrados vivos y otras pesadillas de la razón (2008), editado por Gerardo Fernández Juárez y José Manuel Pedrosa.
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