Estamos
ante el duro aprendizaje de un joven asesor político, quien durante la campaña
interna del Partido Demócrata por la candidatura a la presidencia de los
Estados Unidos se enfrenta con la corrupción del sistema democrático de su
país.
Los idus de marzo (The Ides of March, EUA, 2011) es el
cuarto largometraje como director del famoso actor estadounidense George Clooney, después de su
interesante debut Confesiones de una
mente peligrosa, que también describe los entretelones de una sociedad que
ha hecho de la mentira política una de las claves de su éxito.
En
Los idus de marzo el elenco está
encabezado por el mismo Clooney, en el papel de uno de los políticos
contendientes, el gobernador Mike Morris, quien es asesorado por Paul Zara (Philip Seymour Hoffman). Sin embargo, la
película está centrada en las aventuras de Stephen Meyers (Ryan Gosling), mano derecha de Zara, quien tiene que vérselas con un
hábil rival, Tom Duffy (Paul Giamatti),
en el equipo del senador Pullman (Michael
Mantell), el otro político que quiere disputarles el lugar en la Casa
Blanca.
Como
puede verse, hay un elenco muy atractivo que reúne varias generaciones de
intérpretes, con la cada vez más destacada participación del joven Gosling, que
el año pasado fue uno de los más requeridos.
Desde
el principio, cuando vemos cómo Meyers se encarga de preparar la iluminación y
el audio para un discurso de su jefe, la apuesta de Clooney es mostrar la
política no como un debate de ideas sino como un enfrentamiento de aparienciasfalaces, el espectáculo del político que se ve obligado a ser hipócrita para
triunfar. Así, asistimos a la descomposición de los “ideales” para ceder paso a
la impronta de la mercadotecnia, la imagen, las encuestas y, en general, el
ascenso no de los hombres de Estado sino de los empresarios de prácticas
degeneradas.
Esa
concepción histriónica de la política está reforzada por la proveniencia
teatral del texto que ha inspirado la cinta. Todo muy oportuno, sobre todo que
ahora se debate en el seno del Partido Demócrata la continuidad del mesiánico
Obama, abandonado en días pasados por uno de sus colaboradores más fieles.
Sin
embargo, a estas alturas la película de Clooney se antoja algo obvia, desde el
momento en que pretende hacernos saber la primicia de que ciertos individuos
son capaces de cualquier cosa con tal de conseguir un puesto. Como era de
esperarse, el punto de inflexión de lo anterior es el escándalo sexual, moneda
de cambio a la hora de dibujar la caída del político ambicioso de turno.
El
primer plano se vuelve el emblema de la cinta, como queda en evidencia desde el
póster promocional. Es decir, la cara del que juega sucio pero pone cara
triste. El espectador se vuelve un privilegiado que sabe lo que los medios de
comunicación más incisivos (el personaje de Marisa Tomei) ignoran.
La
película de Clooney resulta muy útil para ilustrar las debilidades de unsistema, el democrático y las corruptelas que implica. El político se hace de
aliados por medio de jugosos favores en los cuales el elector no pinta nada,
pactos que se hacen en privado y de los cuales el votante común nunca se
entera. Estamos ante la corrupción no delictiva de la democracia puesta en
práctica para garantizar los privilegios de unos pocos.
Con
inteligencia, la película nos muestra al candidato como el participante de
numerosos debates. Hay que poner atención a los temas se abordan en ellos,
porque luego tendrán un papel trascendental en la historia.
Clooney
es Demócrata, como se sabe, así que con esta historia hace un ejercicio deautocrítica que en ocasiones llega a ser muy duro. Sin embargo, también nos
muestra las debilidades ideológicas de su partido pero supuestamente cuando nos
expone sus cualidades. Es decir: las supuestas bondades de los militantes
demócratas en realidad son defectos, pero Clooney no parece percibirlo así,
como cuando en una entrevista el político dice que la pena de muerte es un
asesinato. Hasta cuando no parece pretenderlo, la película nos muestra la
simpleza e ignorancia de algunos políticos profesionales.
Mención
aparte merece el personaje de Giamatti, sobre todo por una escena en la cual
revela cómo, con maldad, ha manipulado a otro de los personajes.
En resumen, Los
idus de marzo está afectada por la falta de originalidad de sus
planteamientos, aunque esa limitante al final sea resuelta por el trabajo de un
elenco de primera.
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