Adultos jóvenes (Young Adult, EUA, 2011), de Jason Reitman, el director de Juno, es una película cuya temática a
estas alturas ya es típica de los últimos años, cuando la visión más bien
amarga de la vida adulta como una etapa de mínimas retribuciones cada vez es
más común en la comedia romántica norteamericana, aún en sus manifestaciones
más vulgares.
Véase, por ejemplo, Pase libre (Hall Pass),
de los hermanos Farrelly, cuyo
impulso cómico está alimentado por el patetismo de sus personajes, hombres
casados que pretenden escapar de la rutina de sus vidas por medio de
hipotéticas aventuras con jovencitas. Obviamente, las consecuencias de
semejante objetivo resultan ridículas.
Estamos ante la crisis de los cuarentones convertida
en asunto prioritario, como también ocurre en La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids),
en las antípodas de series de televisión como Modern Family, por ejemplo, que pone en el centro de la atención a
familias lo suficientemente exitosas como para soslayar sus problemas
cotidianos, nunca demasiado graves.
Así, 2011 fue el año de la burla a costillas del
adulto fracasado que lucha por recuperar la estabilidad familiar al mismo tiempo que se desengaña de las
supuestas ventajas de las relaciones sin compromiso (como en Crazy Stupid Love).
Sin
embargo, la principal apuesta de Adultos
jóvenes, a diferencia de los otros filmes citados, es renunciar a la
moraleja (al “moralismo”, dirán algunos) para en cambio mostrar el
empecinamiento de su personaje principal en su renuncia al ideal de las
mayorías que a ella le resultan mediocres: la casa en los suburbios, el trabajo
estable, la pareja, los niños (“los bebés son aburridos”).
La
alternativa a esa trampa en que se ha
convertido la existencia del otrora joven despreocupado y moderno, está
encarnada en una belleza rubia y displicente, incapaz de conmoverse con la
desgracia ajena pero que al mismo tiempo se concibe, a pesar de la evidencia, como
una persona por encima de los límites del adulto provinciano.
Mavis
Gary (Charlize Theron) se gana la
vida como escritora fantasma, alguien que redacta libros que son firmados por
otros, en este caso una saga para adolescentes venida a menos (algo
que luego da pie a un chiste sobre Crepúsculo).
Así, sus aventuras en su pueblo natal, a donde vuelve para recuperar lo que según
ella le pertenece (su antiguo novio, ahora casado y con un bebé), están
acompañadas por la lectura en voz en off
de la última historia de la serie. En ese paralelismo están algunos de los
mejores momentos de la película, con la hilarante autocomplacencia del personaje
principal.
Interludios
musicales a cargo de Teenage Fanclub
y “The Concept”, una canción que parece escrita para el personaje. Luego,
sesiones de manicura y salón de belleza para dejar impecable a una persona que
previamente habíamos visto en su caótico departamento. Mavis se engaña por
medio de rituales de consumismo y un pasado que se adivina menos glorioso de lo
que parece, pero nadie la enfrenta.
La
excepción es Matt (Patton Oswalt),
de la misma generación de Mavis y que en aquellos años sufrió una experiencia
muy violenta; pero el guión de Diablo
Cody (quien también colaboró en Juno
con Reitman) no se detiene al momento de ridiculizar la desgracia de Matt, para
quien no hay “violencia de género” que valga.
Roto
y lúcido, Matt recuerda a otro personaje de otro contexto muy distinto, elenano Tyrion Lannister de la saga novelística Canción de fuego y hielo (interpretado en su adaptación televisiva,
Juego de tronos, por Peter Dinklage). Y a quienes la
comparación les parezca forzada, que reparen en las figuras de acción que Matt
construye con devoción.
Otro
de los personajes, el príncipe azul convertido en papá, Buddy Slade, es
interpretado por Patrick Wilson, que
en el pasado encarnó a un personaje en una situación parecida en Juegos secretos (Little Children).
Con
humildad, la película renuncia a dar lecciones de vida y en cambio se regodea
en alimentar el cinismo de su personaje, cuando lo rescata de las situaciones
más humillantes por medio de una sabiduría muy cruel en la cual apenas hay
sitio para privilegiar a unos pocos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario