Kill List (Reino Unido, 2011), de Ben Wheatley, es una historia
enigmática como pocas, desde el momento en que hay que esperar varios minutos
antes de que se revele cuál es la ocupación de los personajes centrales, una
pareja de amigos en cuya interacción radica una de las claves de la película: Peter Bradshaw, de The Guardian, explica que los protagonistas, Jay (Neil Maskell) y Gal (Michael Smiley), funcionan a la manera
de un dueto cómico y que en ello está la mayor virtud de la cinta.
El
prólogo de la película nos muestra los detalles de la vida doméstica de Jay, con
su esposa, Shel (MyAnna Buring), que
lo riñe a cada rato porque está desempleado. El otro integrante de la familia
es Sam (Harry Simpson), el hijo de
ambos. De esa forma, Kill List se revela
como una violenta vertiente del drama doméstico, con una estética que recuerda
los programas de telerrealidad (el reality
show desde hace años tan en boga), que se ocupan precisamente de mostrar
las intimidades de la familia disfuncional del presente.
Dosis
generosas de humor negro y mucho misterio, como decíamos, con alusiones a un
último y al parecer desastroso trabajo en Kiev cuya naturaleza no se aclara. O
bien, la participación de varios personajes que, se sugiere, no son lo que
parecen o bien se comportan de forma por demás absurda. ¿Alguien puede dar las
gracias cuando están a punto de dispararle?
Hay
además escenas cuya relación con la verdad es ambigua. El protagonista, inmerso
en una violencia que lo desborda y que no es capaz de entender, tiene visiones
que no se pueden señalar de inmediato como falsas. La imagen de la mujer, por
ejemplo, afuera del hotel, quien levanta un brazo para saludar. Pareciera que
estamos ante un sueño pero no se puede juzgar con exactitud.
Luego,
cuando finalmente el espectador sabe a qué se refiere la lista del título, las
acciones se llevan a cabo con una brutalidad propia del naturalismo. Otras
veces, el dolor se sugiere por medio del audio, la tortura que otros ven pero
que nosotros sólo escuchamos sin poder precisar lo que ocurre. Y así, de
repente, el plano de un arco iris al fondo.
El
terror aquí viene producido por varios factores aunque sobre todo por la
cercanía de los terribles acontecimientos que se muestran, reconocibles en
cualquier recuento de la nota roja de hoy. Sin embargo, la película tiene más
de una sorpresa reservada y no se queda en la mera crónica de varios asesinatos.
Además
del mérito de sus actores, el principal logro de Kill List es la forma en la cual sugiere que hay una maldad
inconmensurable en el mundo y que hay muchas formas en que un personaje puede
alcanzar su particular redención.
Una
vez que la verdad (la escabrosa verdad) se descubre, en retrospectiva puede entenderse
que desde muy temprano comienza a sugerirse la anomalía de la cinta. El juego en
el jardín, por ejemplo, que de esa forma deja de ser inocente.
O
la discusión de Jay con un grupo de fanáticos religiosos, muy apropiada si se
tiene en cuenta el final. La sorpresiva conclusión hace sospechar la existencia
de relaciones entre los personajes que hasta el momento parecían ya resueltas, pero
que en realidad no son para nada claras.
El
espectador mexicano encontrará en esta película inglesa la violencia y la
muerte que se ha vuelto cotidiana en México desde hace unos años. Pareciera
extraño que el cine de terror asuma la vertiente sobrenatural (con frecuencia
de forma muy vulgar) y pretenda asustar a los espectadores, muchas veces con
éxito, por medio de trucos baratos que sin embargo inspiran el respeto de
algunos. Ahí está El rito, por ejemplo,
con su reivindicación del satanismo a décadas de El exorcista. ¿Por qué recurrir a espíritus malignos cuando ya la
realidad es tan corrupta y fatal?
A
su manera, Kill List parece contestar
esa pregunta: detrás de la violencia puede haber cosas todavía más peligrosas y
retorcidas, más allá de lo policiaco aunque todavía en este mundo que se vuelve
cada vez más inaprensible.
Ganadora del Meliès d’Argent a la Mejor película
europea en el Festival de Sitges 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario