Sound of My Voice (EUA, 2011), de
Zal Batmanglij, cuenta la historia
de Peter (Christopher Denham) y
Lorna (Nicole Vicius), dos
infiltrados en una secta liderada por una mujer, Maggie (Brit Marling), quien asegura ser una viajera en el tiempo, nada
menos que proveniente del año 2054.
Así,
la película participa de varios géneros, con elementos del thriller y ciencia ficción aunque también del drama, en la medida en los integrantes del culto reconocen
en Maggie a una salvadora, quien asegura que los llevará a un lugar mejor, pero
cuyas características no precisa.
El
guión del propio Batmanglij y la protagonista, Marling, se encarga de develar
poco a poco la información acerca de un asunto tan enigmático, para mostrarnos la
evolución de los personajes; como Peter, un escéptico interesado en grabar un
documental que denuncie el fraude de Maggie, pero que a la vez tiene que
enfrentarse con dudas que tal vez no se solucionen del todo.
En
Los Ángeles, ciudad propicia para el escapismo (dirán los detractores de
Hollywood), tenemos noticia de que ocurre algo capaz de concentrar a un grupo
en un sótano, un prodigio. Hay planos nocturnos de la ciudad, así como miradas
de los personajes que el espectador tiene que interpretar.
El
año pasado ya habíamos tenido la oportunidad de comentar otra película
protagonizada por Brit Marling, Another Earth, de Mike Cahill, en la cual
la actriz también participa en el guión. ¿Qué pasaría si una réplica de nuestro
planeta apareciera en el firmamento? Another
Earth es, a su manera, una historia de amor que recupera lo mejor de una
tradición norteamericana que va de Weird Tales hasta Dimensión desconocida.
Con Marling estamos ya no ante una "reina del grito",
convencional dentro de los parámetros del cine del género, sino ante una
escritora e intérprete que se ha especializado en proyectos que bien pueden
aparentar inscribirse en la ficción científica, aunque remitan a problemas muy
cotidianos.
La nostalgia de Another
Earth también aparece en Sound of My
Voice, aunque combinada con destacados momentos de humor, como sucede al
final, con la canción que musicaliza los créditos y que tantas claves da acerca
de la naturaleza de Maggie: una pieza del grupo de música electrónica Hot Chip
cuyo nombre no diremos porque bien puede arruinar el suspenso.
La crítica de cine de The New York Times, Manohla Dargis explica la semejanza entre las estrellas mediáticas de la actualidad y Maggie, la gurú de nuestra cinta.
¿Acaso Lady Gaga y otras no recurren a un discurso místico y delirante?
Palabras tan redituables como la música que componen, porque hay una legión de
fans que recoge con devoción cada máxima que sale de la boca de las divas. Y lo mismo puede decirse de muchos intelectuales progresistas.
La pregunta acerca del sitio de la fantasía y lo
sobrenatural en una sociedad como la nuestra, cifrada por necesidades muy apremiantes,
siempre parece oportuna aunque rara vez se le plantee de forma satisfactoria.
Con todo y eso suele decirse que la gente quiere creer en algo, por más absurdo
que parezca. Sound of My Voice cuenta
los alcances que puede tener el ansia por dar con el sentido de la vida.
Acerca de las necesidades psicológicas de la gente,
urgida de creer en algo, nosotros no tenemos mucho qué decir. En todo caso creemos
que la película muestra la forma en que ciertas ideologías (la creencia de que
una mujer puede viajar en el tiempo para difundir un mensaje de redención),
actualmente muy en boga, toman el lugar de la filosofía. Es decir, el hecho de
que se margine la filosofía no implica que ésta no haga falta.
La ciencia ficción no es necesariamente una extravagancia de efectos
especiales y en sus facetas más sutiles se impone en el seno de las historias
de amor y en el drama. Ese es uno de los principales aciertos de Sound of My Voice: apelar al viaje en el
tiempo y otros artificios, como la guerra civil futurista, en un contexto en el
cual se les supone ajenos.
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