Con frecuencia el crítico de cine quiere ver un error en
el hecho de que una película no se ajusta a sus expectativas, en lugar de simplemente
atenerse a lo que esta ofrece.
Acaso la cinta que comentamos ahora, de Steven Soderbergh (el mismo de Sexo, mentiras y video), tenga que
enfrentar ese viejo problema, aunque hay que decir que ella misma se encarga de propiciar en el espectador otro tipo de demandas.
Terapia de riesgo (Side Effects, EUA, 2013) cuenta la
historia de una pareja en la cual un hombre de negocios, Martin (Channing Tatum), acaba de salir de la
cárcel; su esposa, Emily (Rooney Mara),
sufre una depresión y para combatirla su médico le administra una droga.
Soderbergh y su guionista habitual, Scott Z. Burns, se
encargan de retratar una sociedad, la norteamericana, sostenida por el masivo
consumo de drogas, por lo que se ve las únicas capaces de aceitar las
relaciones altamente competitivas que se llevan a cabo cotidianamente entre sus
miembros. Así, vemos a varios personajes secundarios, quienes aparecen en la
pantalla como de pasada, comentar con entusiasmo los efectos de algún
medicamento.
El apunte social, de esa forma, parece orientar la
película hacia la enésima crítica de los falsos valores de los norteamericanos,
sociedad que, como nos han dicho en repetidas ocasiones, está fundamentada solo
en las apariencias; así parece demostrarlo el juicio de uno de sus cineastas
más exitosos, Soderbergh, capaz tanto de construir un drama de festival como de
ponerse al frente de una película de acción.
Pero no. Apenas planteada esta cuestión presenciamos
un crimen en el cual se verá implicado uno de los personajes, el psiquiatra de
Emily, el doctor Banks (Jude Law), quien
en lo que resta de metraje tendrá que demostrar su inocencia.
En la cinta de ciencia ficción Sin límite (Limitless,
2011), de Neil Burger, se hacía el elogio de una droga, capaz de convertir a un
perdedor en un hombre no solo exitoso sino superdotado. Terapia de riesgo por momentos quisiera acercarse a esa variante,
sobre todo cuando la droga para depresivos resulta ser un peligro (los efectos
secundarios del título original).
Sin embargo, pronto las drogas y la falsa sociedad que
ávidamente las consume pasan a un segundo plano, para seguir al Dr. Banks y su
lucha contra una conspiración que amenaza con destruirlo. Un nuevo apunte,
también crítico: el psiquiatra, quien vive de tratar gente enloquecida, es
defenestrado como si de un loco más se tratara.
Lo mejor de la película es la actuación de Rooney
Mara, la misma de La red social y Millennium: Los hombres que no amaban a las
mujeres. Capaz tanto de aparentar vulnerabilidad para luego comportarse
como una mujer calculadora y peligrosa, la joven sostiene con su presencia
buena parte un proyecto que, como decíamos al principio, puede ser tomado como
confuso, sobre todo cuando luego el thriller
paranoico también trata de envolver con su erotismo.
¿Es misógina Terapia de riesgo? Lo es al menos en la medida en que puede serlo cualquier película
en la cual aparecen mujeres dispuestas a cualquier cosa con tal de hacerse de
un buen dinero.
Steven Soderbergh, ganador de la Palma de Oro de
Cannes en su juventud, luego se inclinó por la alternancia entre el llamado
cine de autor y proyectos mucho más comerciales, siempre en búsqueda de un
balance que sus críticos le escamotean.
Un vistazo a su filmografía, sin embargo, demuestra
que puede achacársele todo menos la falta de variedad, con títulos como Traffic, Ocean’s Eleven (y secuelas), la cinta de ciencia ficción Solaris, Che y la apocalíptica Contagio.
Ahora que anuncia su supuesto retiro del cine se
impone una revisión de su abundante filmografía, una tarea que si bien puede
estar expuesta a falsas expectativas no tiene que ser penosa. Para nada.
@Mllanesg
[Publicado originalmente en el semanario Primera Plana, edición del 5 de julio de 2013]
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