"Sobre el carácter sintomático del cine de horror existe ya hoy amplio consenso, cuando se comprueba que sus periodos de máximo desarrollo y originalidad (pues los estereotipos repetitivos han existido siempre) han correspondido a situaciones sociales traumáticas: el cine expresionista de la convulsa República de Weimar, en el marco de la inflación y de las luchas sociales que desembocarían en el nazismo (período 1919-1926), la Gran Depresión en los Estados Unidos (período 1931-1939), los monstruos apocalípticos despertados en el cine japonés por dos bombas atómicas (período posterior a 1945), la invasión de poseídos por el demonio y de esforzados exorcistas en el marco de la actual crisis capitalista, con su inflación galopante, su elevado desempleo y la catástrofe ecológica como fondo (desde 1974 hasta hoy). De un modo un tanto apresurado se podría concluir que los períodos de convulsión e inseguridad social han activado los temores más profundos y atávicos (pérdida de identidad, sumisión, mutilación, muerte) del ser humano y han encontrado su puntual reflejo en la pantalla".
Román Gubern y Joan Prats Carós. Las raíces del miedo. Antropología del cine de terror. Tusquets, 1979.
