Está de moda decir que algo es “épico” con cierta
ligereza, nada más porque sí. “Epic fail”, dicen los jóvenes cuando algo sale
mal, aunque lo hagan desde contextos aburguesados que nada tienen que ver con
los encontronazos militares que precisamente inspiraron a la poesía épica o las
gestas de los héroes.
Así que Steven Spielberg acaba de recordarnos el
significado de esa palabra con una película que, como es su costumbre, apela a
una producción impecable para contar una historia que tiene que ver con el
apego a la tierra y la familia, en este caso amenazada por la guerra.
A muchos de sus críticos, sobre todo fuera de
Norteamérica, les cansa ese “discurso” de Spielberg que juzgan grandilocuente y
patriotero. En Salvando al soldado Ryan,
los militares, hombres sencillos que han dejado a sus familias para ir a la
guerra, ponen en riesgo sus vidas en nombre de valores que otros juzgan
absurdos. Los soldados de Cara de guerra,
de Kubrick, por ejemplo, van con el
cinismo por delante para sobrevivir. Cineastas distintos, ideas diferentes. Sin
embargo, los dos arman hasta los dientes a sus soldados.
A pesar de ese rechazo ideológico que a
veces despierta, Spielberg se mantiene fiel a su manera de entender el cine.
Porque al parecer el problema no es que reivindique “valores familiares”, sino
que no sea el Terrence Malick de lafallida aunque elogiada El árbol de lavida.
Caballo de guerra (War Horse, EUA, 2011), confirma lo
anterior. A partir de la “novela para niños” de Michael Morpurgo y la adaptación teatral de ésta, Spielberg cuenta
la historia de un caballo, Joey y los distintos dueños que tendrá entre
Inglaterra y Francia, cuando el animal se vuelve un participante más de la
Primera Guerra Mundial. De esa forma, el espectador será testigo de las
aventuras del caballo y las personas que se encargan de su cuidado. Todas ellas
nobles, curiosamente.
Como estamos ante una épica, Spielberg nos ahorra los
detalles de aquella guerra, como las trincheras y sus ratas, o la explícita
carnicería que no tuvo problema alguno en filmar para las escenas iniciales de Salvando al soldado Ryan. Hay escenas
muy crueles, pero en esos momentos siempre hay alguien “humanista” que llega al
rescate, como en el accidente con los alambres de púas. Ese humanismo es el que
está detrás de la charla entre el alemán y el inglés en el frente, por ejemplo.
Pero al margen de esas escenas, acaso ingenuas o solamente
improbables (la agudeza en política no es lo suyo, como lo dejó claro en Munich), la grandeza de Spielberg está
en su habilidad como orquestador de imágenes como la carrera del caballo por el
campo de batalla, la irrupción del tanque, las bombas y los destellos de las
bombas.
Se ha acusado a Spielberg (y a su amigo y colaborador George Lucas) de saber poco del mundo.
En cambio, el norteamericano ha sabido compensar su poca “vagancia” con el
apoyo de un elenco muy competente para encarnar a personajes que serán puestos
a la dura prueba de representar el dolor de la guerra sin caer en excesos. En
ese sentido es de elogiar el papel del actor francés Niels Arestrup, quien hace el papel del abuelo.
La multiplicidad de historias no llega a ser excesiva
y los caballos nunca pasan a ser meramente secundarios, aunque ese tampoco es
el papel de las personas que intervienen en la historia.
Así como The
Artist (que comentábamos aquí la semana pasada) reivindica el cine mudo pormedio de una historia acerca de su decadencia, Spielberg hace un elogio de
ciertas instituciones caducas por medio de la confrontación de éstas con la
tecnología en ascenso. Así queda claro en esos planos de las metralletas y la
caballería, o el ya citado tanque.
Algo semejante ocurría precisamente entre los
guerreros escoceses de Corazón valiente,
de Mel Gibson, quienes enfrentaban a
los caballos con lanzas. O bien, en el elogio que hace Peter Jackson de los caballos de Rohan (por cierto, capaces de
vencer las lanzas) en la saga El señor de
los anillos.
Un conflicto bélico arrebata cosas, como nos muestran,
pero los personajes de Spielberg creen que es importante participar. La guerratiene sentido, pues. Por eso mismo se le censurará, aunque también será alabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario