Hay pocas trayectorias tan interesantes como la del
canadiense David Cronenberg (1943),
quien desde el cine de terror y de ciencia ficción ha evolucionado hasta una
suerte de drama engañoso cuyo mayor atractivo es la forma como introduce en los
esquemas propios del cine comercial (las historias de amor, el suspenso, el
cine de mafiosos, la película histórica) las viejas preocupaciones que lo
hicieron famoso, siempre alrededor de las metamorfosis, la enfermedad y las
deformidades, como en La mosca, uno
de sus grandes éxitos.
Al mismo tiempo que ha sido una apuesta de la
industria (el mainstream, dirán
otros), este realizador también ha construido proyectos muy personales, como El almuerzo desnudo, adaptación de la
obra del poeta y novelista norteamericano William
S. Burroughts.
En los años setentas, Cronenberg se dio a conocer con Vinieron de dentro de… (They came from within/ Shivers, 1975), cuya frase publicitaria
ya nos muestra que la intención era situar a este cineasta en las antípodas de El exorcista, por ejemplo, estrenada un
par de años antes: “T-E-R-R-O-R más allá del poder de un cura o de la ciencia
para exorcizar”.
Unos
parásitos, producto de un experimento médico, convertían a los aburguesados
inquilinos de una moderna urbanización en las víctimas de una curiosa variante
del zombi: bestias que ya no están para devorar al prójimo sino para convertirlo
en la víctima de todo tipo de crímenes sexuales. Nada de comer cerebros, porque aquí se trata de violar al mismo tiempo que se contagia, todo con una estética de cinta soft-porno por lo demás muy típica de la época, como en La última casa a la izquierda de Wes Craven, con la cual también comparte ciertas actuaciones deficientes.
En Shivers aparece uno de los personajes centrales de Cronenberg: la mujer
transgresora (violentamente, se entiende) de cierta moral de la época, en este
caso una colegiala promiscua. Para
comprobar lo anterior véase si no Rabia
(1977), otro de sus largometrajes, protagonizado nada menos que por una actriz porno, Marilyn Chambers, quien
interpreta a una joven quien, nuevamente debido a una práctica médica renovadora,
sufre una mutación que la convierte en una vampira, una que por cierto está muy
lejos de la asepsia mormona de la saga Crepúsculo.
Cronenberg
llevó ese tipo de personaje femenino hasta sus límites con su posterior
trabajo, Los engendros del diablo (The Brood), una mujer quien, como dice
en uno de sus diálogos, se embarca en “una extraña aventura”, esta vez desatada
por una peculiar terapia psicológica que de nuevo produce alteraciones corporales.
En
Cuerpos invadidos (Videodrome, 1983), para algunos la película
más acabada de su primera etapa, la mujer ha adoptado el liderazgo político,
con todo y consignas que resumen su ideología: “¡Larga vida a la nueva carne!”,
dice. Años más tarde, el espectador
conocerá las aventuras de Allegra Geller, la diseñadora de video juegos de Mundo virtual (eXistenZ, 1999).
Es con M. Butterfly (uno de sus fracasos), en 1993, cuando puede ubicarse el punto de inflexión del que será el “nuevo”
cine de Cronenberg: una historia de amor atormentado sin monstruos o
científicos enloquecidos, aunque con otra suerte de metamorfosis. Lo anterior
será completamente asumido en las primeras dos películas de Cronenberg
protagonizadas por Viggo Mortensen, Una
historia de violencia y Promesas del
este, en las cuales la metamorfosis ocurre en un contexto mucho más
familiar: el crimen organizado.
Erróneamente,
los críticos han dicho que ahora las mutaciones ya no son de orden material
sino psicológico (como si la psicología no fuera material). Sin embargo, en Un método peligroso (Reino Unido|
Alemania| Canadá| Suiza, 2011), Cronenberg se adentra en las enfermedades
mentales de la mano de los santones en estos asuntos, Sigmund Freud (Mortensen)
y Carl Jung (Michael Fassbender),
así como de la amante de este último, Sabina Spielrein (Keira Knightley), el último eslabón en esa cadena de mujeres
irreverentes que ha caracterizado el cine de este autor.
A
partir de una obra de teatro de Christopher
Hampton (inspirada en el libro de John
Kerr), la película recrea el ambiente en el cual se consolidaron las ideas
de tan conocidos estudiosos (la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial),
así como la influencia que tuvo Sabina en Jung. De especial interés resulta la
fijación de Jung en fenómenos paranormales, que en cambio a Freud le parecían
naderías; por cierto, entre nosotros, el escritor argentino Julio Cortázar (lector de Jung) hizo todo un género literario de esa creencia, con su concepción estructural del mundo, "la fascinación de las palabras".
Actuada
de forma soberbia por los dos protagónicos masculinos, el riesgo era Knightley,
especializada en personajes de época. Los ataques del personaje y sus
convulsiones bien podían haber sido risibles, aunque la joven actriz sabe
sobrellevarlos, con un eco de la gesticulación de los protagonistas de Scanners, una de las cintas más
recordadas del primer Cronenberg.
Cronenberg
no sólo ha contado un poco de la biografía de los constructores de los mitos del siglo XX (en la Europa corrupta de hoy, por medio de la psicología se
pretende fundar nuevos países y destruir los viejos), sino que además ha dado
más detalles acerca de la forja de su cine, siempre pendiente de anomalías y de
los fracasos de una medicina delirante y que curiosamente termina por destruir
lo que pretende preservar, el cuerpo. No por nada la historia de Un método
peligroso también alude a Inseparables
(Dead Ringers), que también contaba
la historia de dos médicos, en ese caso dos hermanos gemelos que se dedican a
la ginecología hasta que una paciente muy especial incide en su rompimiento. En
tiempos de Freud, “el psicoanálisis era un poco ciencia ficción”, ha dicho con acierto Cronenberg.
Hola Manuel cómo estás? Tengo buenos recuerdos de su película Spider. En ella, un hombre con ciertos problemas mentales constantemente teje (como arácnido) una telaraña de recuerdos relacionados con un hecho traumático durante su niñez. Me pareció particularmente interesante por su entramado un tanto caótico, como de pronto es la memoria misma. Saludos.
ResponderEliminarPrimero que nada discúlpame por no contestar antes. Esa película que comentas de Cronenberg es muy interesante, sí. Lo que más me impactó de ella en su momento fue el papel de la madre de Spider: es muy buena esa actriz, Miranda Richardson. Cronenberg es uno de los directores que más me interesan, qué gusto leer tu comentario. Saludos.
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