El peso cada vez
más determinante de la idea de política imperial a cargo de los norteamericanos
pudo comprobarse a finales de los sesenta, cuando la misión Apolo 11 culminó
exitosamente con la llegada de Neil
Armstrong y compañía hasta la Luna.
Sin embargo, la exploración del espacio exterior también tuvo fracasos
como la misión Apolo 13, llevada al cine por Ron Howard en 1995 con Tom
Hanks como protagonista. Finalmente, el programa espacial Apolo se vio
obligado a cancelar varios proyectos.
Apolo 18 (EUA|
Canadá, 2011), de Gonzalo López-Gallego,
estrenada en España durante el pasado Festival de Sitges, dedicado al cine de
género, nos cuenta en clave de terror y ciencia ficción cuáles fueron las
razones por las cuales el gobierno estadounidense decidió no
volver a alunizar.
La cinta se nos presenta como un documental hecho en base a imágenes de
la misión Apolo 18, misma que se habría llevado a cabo en el mayor de los
secretos en 1972, nos cuentan. Así, el espectador de la cinta puede al fin
conocer la verdad que se le ha escamoteado: los misteriosos hallazgos de los
astronautas.
Todo lo anterior, desde luego, es una ficción filmada al estilo del
“metraje encontrado”, como pasa en tantas películas posteriores a El proyecto de la bruja de Blair (1999),
en la cual se popularizó lo que ahora parece un viejo truco, por lo demás
ampliamente explotado en la literatura: lo que vemos es auténtico material audiovisual
que alguien encuentra por accidente; o bien, como es el caso de Apolo 18, se filtra a la prensa, aunque
las autoridades nieguen la veracidad de las imágenes. De hecho, fiel a la
conspiranoia con la que cual coquetea, el prólogo de la cinta nos remite al
sitio lunatruth.com, donde pueden encontrarse fotografías y documentos
oficiales.
Quien esto escribe todavía recuerda, como una anécdota curiosa, que no
faltó el espectador de El proyecto de la
bruja de Blair quien, entusiasmado por los detalles “sobrenaturales” del
caso, nos comentó: “Yo creo que sí es verdad que los muchachos se murieron en
el bosque”. No hubo poder humano que lo convenciera de que los actores (porque
eran actores, aclaración que no parece estar de más) habían dado entrevistas
para promocionar el filme.
A pesar del impacto sobre ciertos ingenuos, la tecnología documental de Apolo 18 se aprecia como un cuidadoso
mecanismo a favor de la verosimilitud del relato. Los videos, ya manipulados,
exponen con ingenio las “evidencias” que nunca deberían haber llegado hasta
nosotros, como cuando un círculo aparece en la pantalla para destacar que un
objeto se mueve a espaldas del astronauta en la superficie lunar, sin que este
lo note.
La ficción ambientada en el espacio exterior tiene en la claustrofobia y
la oscuridad a dos de sus principales aliadas. El director, el español
López-Gallego, con un guión de Brian
Miller, organiza todo el suspenso en base a información que se dosifica
lentamente, sobre todo en la primera parte. El espectador sabe que el dilema
del astronauta es tan simple como trágico: no tiene a dónde huir más allá de su
pequeña nave… y su traje.
En cuanto a la amenaza que se nos insinúa en el avance de la película, solo
diremos que bien podría inscribirse en el llamado terror cósmico de H.P. Lovecraft
y sus populares mitos de Cthulhu. De hecho ciertos detalles de la historia de Apolo 18 recuerdan un poco “El color que cayó del espacio”, uno de los cuentos más famosos del nativo de Providence.
La interacción entre los astronautas llega a su culmen cuando confiar en
los demás se vuelve muy difícil, como en La
cosa (1982), de John Carpenter.
¿Quién es el enemigo en Apolo 18? Ni
siquiera se puede afirmar su naturaleza y las cuevas de la Luna son frías y de
oscuridad muy cerrada.
El cine norteamericano tiene a su disposición una historia tan rica que
hasta es capaz de reinventar sus hazañas más sorprendentes, cuando se involucra
el mito de una Luna hostil y llena de sorpresas con el portento de la conquista
del espacio. El terror en lo alto del firmamento. Con Another Earth, otra película de ciencia ficción estrenada el año
pasado, Apolo 18 es una de las
mejores de 2011.
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