En
el año 2074 los viajes en el tiempo son posibles, tanto así que el gobierno los
prohíbe. Sin embargo, la mafia los usa clandestinamente para enviar a sus
víctimas al pasado, hasta el 2044, donde un asesino a sueldo se encarga de
eliminarlas. Así pueden desaparecer a las personas sin dejar huella. Esa es la
historia del filme Asesino del futuro
(Looper, EUA| China, 2012), del
norteamericano Rian Johnson, quien
también es autor del guión.
Joe
(Joseph Gordon-Levitt), es uno de
esos sicarios de 2044, quien un día se enfrenta con un dilema: tiene que
asesinar a su yo de 2074 (interpretado por Bruce
Willis). Cuando el Joe viejo huye, el Joe joven se convierte él mismo en un
fugitivo de la mafia. Looper es un espectáculo
garantizado, con la presencia de Willis y la confirmación de Gordon-Levitt como
héroe de acción después de Inception.
Los
antecedentes de Johnson, como su primera película, Brick (2005), curiosa historia de detectives ambientada en una secundaria estadounidense, han provocado que el debate acerca de Looper se haya centrado en el género de
la película.
Un
entusiasta Jordi Costa, crítico de El
País, opina que Looper es más
bien cine negro (film noir) que
ciencia ficción (ver “Un vórtice en el hampa”, edición del 18 de octubre de
2012). Así parece confirmarlo la entrevista con el director para el mismo
diario, donde el mismo Johnson afirma lo siguiente: “Casi que me interesa más
el noir, que el resto” (“Cómo hacer buena ciencia-ficción”, edición del 19 de octubre).
En
México, el crítico de Milenio,
Fernando Zamora, desdeña la cinta por su supuesta falta de originalidad: “nació
vieja”, dice. Para Zamora los precedentes pesan demasiado, de ahí que dedique
su texto a recomendar otras películas que aprovechan las posibilidades
narrativas del viaje en el tiempo, como Terminator
2. Sus reparos también cuestionan la verosimilitud de Looper: un GPS simplificaría el problema de los asesinos fugitivos,
nos explica (ver “Los señores del tiempo”, blog Hombre de celuloide, 19 de octubre).
Parece
claro que la mezcla genérica, las influencias y los retos para darle coherencia
al viaje en el tiempo conforman las claves de esta película. Sin embargo,
creemos que el más importante de los factores que pone en juego ha sido
soslayado. Solo uno de los críticos que consultamos, Nando Salvá, afirma que lo
central de la cinta radica en los dilemas éticos que plantea (ver “La exacta matemática del destino”, El Periódico,
19 de octubre). Advertimos al lector que no haya visto la película que bien puede
dejar de leer.
Efectivamente,
llega un momento en que el Joe viejo decide asesinar al niño, Cid (Pierce Gagnon), quien, en el futuro, se
convertiría en el jefe de la mafia. Joe culpa a Cid de la muerte de su esposa y
cree que si en 2044 lo asesina podrá volver hasta 2074 para vivir
tranquilamente con su mujer. Mientras tanto, el Joe joven también se plantea
matar al niño, porque en su papel como jefe de la mafia del futuro Cid ordenaría
la muerte de los loopers. Sin
embargo, Nando Salvá plantea que esos dilemas competen al individuo: el “asunto
no es la alteración del futuro sino la alteración del yo”. La interpretación de
Salvá es, por lo tanto, psicológica.
Desde
el principio, el mismo Joe nos informa que el Estado ha prohibido los viajes en
el tiempo. Es decir: el Estado proscribe el uso de un adelanto científico. ¿Hay
protestas en 2074 en las cuales los descendientes de los indignados y del #YoSoy132
exigen al gobierno que les permita viajar en el tiempo con cargo al estado de
bienestar?
Johnson
nos pone frente a un gobierno (autoritario, se dirá) que decide lo que es mejor
para la población. La película le da la razón: los viajes en el tiempo son
susceptibles de usarse por el crimen organizado para cometer asesinatos. En
2074, dice un personaje, lo mejor es refugiarse en China.
Cid,
niño mutante con poderes quien en el futuro provoca fenómenos meteorológicos,
intenta, desde 2074, usar el viaje en el tiempo para tratar de aniquilar a los sanguinarios
loopers. Los asesinos lo quieren
muerto, para seguir con sus vidas. ¿Por qué se ocupa Cid de los loopers?
Hay una suerte de identificación del niño, el “Hacedor
de lluvia”, con la divinidad, capaz de invocar una tormenta (como se muestra en
una escena) pero también un ser con la facultad para disponer de las vidas de
los asesinos. Un “villano” en la línea de Ozymandias, del cómic Watchmen (1986-87), de Alan Moore. Ese
pequeño niño no es otra cosa que un súper héroe, quien reclama su poder en
tiempos de la China imperial, versión 2074. Asesino
del futuro es una película más valiosa por lo que insinúa que por lo que
muestra.
Hola, Daniela. Efectivamente, creo que vale la pena volver a verla, por la complejidad del tema que aborda. Saludos y gracias por tu comentario
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