Cierta moral en ocasiones se
enfrenta con el cine. Desde hace años, Oriente se ha convertido en una potencia
en las películas de terror y en el thriller. Como muestra sólo hay que recordar
la enorme influencia de sagas sobrenaturales como El aro y La maldición,
que además fueron imitadas en Estados Unidos. Toca el turno de comentar el caso
de Corea del Sur, de donde proviene la película de la cual hablaremos en esta
ocasión.
Encontré al
diablo
(Akmareul boatda, Corea del Sur,
2010), también conocida como I Saw the
Devil, es una película del director coreano Jee-woon Kim, el mismo del filme de terror sobrenatural Dos hermanas (A Tale of Two Sisters).
Estamos
ante un thriller que temáticamente guarda mucha semejanza con los proyectos de
otro director coreano de gran éxito, Chan-wook
Park, conocido por su trilogía dedicada a la venganza: Sympathy for Mr. Vengeance, Señora
Venganza y Oldboy. De hecho uno
de los actores de Encontré al diablo,
el villano, es interpretado por el actor Min-sik
Choi, que ya había participado en un papel semejante (el de asesino
despiadado) en Señora Venganza y como
el “héroe” de Oldboy. De ahí que Encontré al diablo sea algo redundante:
nos cuenta los peligros que entraña la venganza, precisamente, en este caso
ejecutada por un poderoso agente secreto del gobierno de Corea que quiere
destruir al asesino de su novia, muerta brutalmente y que, para mayor
desgracia, estaba embarazada. El resultado es una película muy gráfica en la
cual el director muestra su solvencia como narrador y su habilidad para filmar
la violencia.
El
principal hallazgo de la película está en las escenas de acción, a cargo del
actor Byung-hun Lee, que impresiona
con sus acrobacias y su naturalidad en las escenas de combate. Sin embargo, la
película plantea una cuestión de fondo cuya respuesta no le gustará a los
espectadores más afectos al humanismo: ¿los asesinos pueden ser perdonados? ¿Es
realista el proyecto de la reinserción social de quienes cometen crímenes
horrendos?
Y
para muestra, nada menos que la publicidad del filme: “Quien lucha con
monstruos, acaba convirtiéndose en uno de ellos”, dice el poster en español,
por si quedaba alguna duda. Sin embargo, nos parece que la película contradice
ese lugar común, como lo deja claramente el desempeño del vengador, el agente
secreto Kim Soo-hyeon, quien en ningún momento cede en su intento de cobrarse
cara la muerte de su novia, a pesar de que la misma hermana de la muchacha
muerte se opone: no tiene sentido lo que haces, le dice. Y el agente contesta:
claro que tiene sentido.
Encontré al
diablo,
entonces, es un alegato a favor de la venganza, al menos en gran parte de su
metraje. Pero luego descubrimos que lo anterior no es tan sencillo, porque las
cosas se complican, como lo podrá comprobar quien vea esta cinta.
Sin embargo, sin que sea nuestra intención reivindicar
la violencia ni nada parecido, sólo llamamos la atención acerca de la forma en
que cierto cine es rechazado simplemente porque las ideas que en él se
defienden simplemente no son compatibles con la corrección política del momento
actual, cuando la pena de muerte es “de derecha” y la reinserción social es “de
izquierda”.
En este sentido es de suma importancia el artículo que
escribió recientemente el novelista español Javier Marías, “El espantoso futuro del héroe” (El País, 16/07/2011), en el cual
adjudica la pérdida de popularidad de las películas de vaqueros al ascenso de
una ideología que ve en la violencia algo de entrada reprobable y propio de
salvajes.
En este texto, hacemos extensivo lo que dice Marías a
propósito del western con lo que
ocurre en cintas como Encontré al diablo.
Es decir, la ideología armonista que se reivindica en la actualidad choca
directamente con la del cine de acción, que si le quitas la venganza
simplemente desaparece o queda convertido en drama legal.
Repetimos que no se trata de defender la violencia
nada más porque sí, tampoco de pretender que el cine de acción tiene sólo un
papel catártico (el espectador se desahoga, nos cuentan, cuando ve a los
vengadores hacer justicia a su manera), sino simplemente de tratar de entender
el papel que ésta juega en el cine actual.
Me acuerdo y siento feíto.
ResponderEliminarTenías que ser tú, mi verdadero amor.
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