Ganadora
de la Mejor banda sonora original, del Premio Especial del Jurado, del Gran
Premio del Público El Periódico de
Cataluña y del Premio de la Crítica José Luis Guarner, la película Attack the Block (Reino Unido| Francia,
2011), debut del director británico Joe
Cornish, fue una de las películas más comentadas del Festival de Sitges.
Su
historia puede resumirse como sigue: la invasión extraterrestre en un barrio
del sur de Londres, defendido por una pandilla de adolescentes, quienes se
atrincheran en su edificio de departamentos para sobrevivir. La apuesta
principal radica en la interacción entre los personajes, quienes se comunican
en el habla popular londinense, lo cual consigue un efecto cómico. O bien, las
escenas de acción que tienen lugar cuando extraterrestres y pandilleros se
enfrentan en un combate que no tiene poco de desigual.
Cornish
es nada menos que el guionista de la reciente película de Steven Spielberg, la adaptación de las aventuras de Tintín, el
famoso personaje de historieta. A su favor puede decirse que se detiene en el
dibujo de los personajes, que no son meras caricaturas, sobre todo en el caso
del líder de la banda, Moses (John
Boyega), un quinceañero de rostro endurecido que recuerda a Denzel Washington. Es precisamente el
orgullo del joven (quien no se deja amedrentar por la “humillación” de un
extraterrestre) lo que da pie a todo el conflicto.
También
hay que mencionar a Pest (Alex Esmail),
un blanco que se comporta como negro y que a veces funciona como comparsa
cómica de Moses. La pandilla resulta ser un grupo en el cual no cualquiera
tiene cabida, como puede verse cuando otro joven blanco, Brewis (Luke Treadaway), trata de convivir con
los reyes de la cuadra.
Pest
y el resto de los integrantes del grupo siguen ciegamente a su líder, en una
suerte de cohesión muy firme frente a los extraterrestres y quien sea, aunque
se trate de un traficante local o el mismo gobierno, que aquí es representado
como una fuerza opresora más, incapaz de tratar con tino a los jóvenes
infractores, de ahí que estos busquen su revancha y ni se planteen pedir ayuda
a la policía.
Cornish
plantea el conflicto como si se tratara de un juego, al mismo tiempo que deja
claro que los errores tienen graves consecuencias, a veces mortales, como queda
claro con la caída de más de un personaje importante. Un juego que también
puede redimir.
Sin
embargo, lo más brillante de la película es esa forma en la cual se presenta a
los personajes como arraigados en un barrio que será todo lo hostil que se
quiera, pero que es amado por los pandilleros, como sabemos por ese diálogo
entre la enfermera Sam (Jodie Whittaker)
y sus nuevos “amigos”. Lo anterior ocurre en la mejor tradición de Los Guerreros (The Warriors, 1979), aquella película de Walter Hill que nos mostraba la accidentada peregrinación de la
pandilla del título desde el Parque Central de Nueva York hasta su querida
Coney Island.
Los
pandilleros de Cornish son más jóvenes pero eso no impide su desencanto. En una
de las escenas, sin embargo, con apenas un vistazo a una habitación juvenil
(que parece la de un niño, con un edredón del Hombre Araña), el director nos
muestra con sutileza la clave de la personalidad de uno de los personajes.
El
actor Nick Frost, uno de los
protagonistas de El desesperar de los
muertos (Shaun of the Dead, 2004)
tiene a su cargo varias escenas cómicas como Ron, el aficionado al canal de
documentales. No se queda atrás Jumayn Hunter, quien interpreta a Hi-Hatz, el
jefe gansteril: la escena en la cual conduce con imprudencia mientras escucha
un himno rapero no tiene desperdicio.
En
cuanto a los extraterrestres, hay que decir que tienen un diseño original, lo
cual no es poco después de décadas de películas de ciencia ficción con
alienígenas en el elenco. Lo anterior aunque no esté claro cómo semejantes
bestias, en apariencia salvajes, pueden viajar por el espacio, como ha dicho con acierto el crítico norteamericano RogerEbert.
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