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sábado, 6 de julio de 2013

Droga contra la conspiración

Con frecuencia el crítico de cine quiere ver un error en el hecho de que una película no se ajusta a sus expectativas, en lugar de simplemente atenerse a lo que esta ofrece.
Acaso la cinta que comentamos ahora, de Steven Soderbergh (el mismo de Sexo, mentiras y video), tenga que enfrentar ese viejo problema, aunque hay que decir que ella misma se encarga de propiciar en el espectador otro tipo de demandas.
Terapia de riesgo (Side Effects, EUA, 2013) cuenta la historia de una pareja en la cual un hombre de negocios, Martin (Channing Tatum), acaba de salir de la cárcel; su esposa, Emily (Rooney Mara), sufre una depresión y para combatirla su médico le administra una droga.
Soderbergh y su guionista habitual, Scott Z. Burns, se encargan de retratar una sociedad, la norteamericana, sostenida por el masivo consumo de drogas, por lo que se ve las únicas capaces de aceitar las relaciones altamente competitivas que se llevan a cabo cotidianamente entre sus miembros. Así, vemos a varios personajes secundarios, quienes aparecen en la pantalla como de pasada, comentar con entusiasmo los efectos de algún medicamento.    
El apunte social, de esa forma, parece orientar la película hacia la enésima crítica de los falsos valores de los norteamericanos, sociedad que, como nos han dicho en repetidas ocasiones, está fundamentada solo en las apariencias; así parece demostrarlo el juicio de uno de sus cineastas más exitosos, Soderbergh, capaz tanto de construir un drama de festival como de ponerse al frente de una película de acción.
Pero no. Apenas planteada esta cuestión presenciamos un crimen en el cual se verá implicado uno de los personajes, el psiquiatra de Emily, el doctor Banks (Jude Law), quien en lo que resta de metraje tendrá que demostrar su inocencia.
En la cinta de ciencia ficción Sin límite (Limitless, 2011), de Neil Burger, se hacía el elogio de una droga, capaz de convertir a un perdedor en un hombre no solo exitoso sino superdotado. Terapia de riesgo por momentos quisiera acercarse a esa variante, sobre todo cuando la droga para depresivos resulta ser un peligro (los efectos secundarios del título original).
Sin embargo, pronto las drogas y la falsa sociedad que ávidamente las consume pasan a un segundo plano, para seguir al Dr. Banks y su lucha contra una conspiración que amenaza con destruirlo. Un nuevo apunte, también crítico: el psiquiatra, quien vive de tratar gente enloquecida, es defenestrado como si de un loco más se tratara.
Lo mejor de la película es la actuación de Rooney Mara, la misma de La red social y Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres. Capaz tanto de aparentar vulnerabilidad para luego comportarse como una mujer calculadora y peligrosa, la joven sostiene con su presencia buena parte un proyecto que, como decíamos al principio, puede ser tomado como confuso, sobre todo cuando luego el thriller paranoico también trata de envolver con su erotismo.
¿Es misógina Terapia de riesgo? Lo es al menos en la medida en que puede serlo cualquier película en la cual aparecen mujeres dispuestas a cualquier cosa con tal de hacerse de un buen dinero.    
Steven Soderbergh, ganador de la Palma de Oro de Cannes en su juventud, luego se inclinó por la alternancia entre el llamado cine de autor y proyectos mucho más comerciales, siempre en búsqueda de un balance que sus críticos le escamotean.
Un vistazo a su filmografía, sin embargo, demuestra que puede achacársele todo menos la falta de variedad, con títulos como Traffic, Ocean’s Eleven (y secuelas), la cinta de ciencia ficción Solaris, Che y la apocalíptica Contagio.
Ahora que anuncia su supuesto retiro del cine se impone una revisión de su abundante filmografía, una tarea que si bien puede estar expuesta a falsas expectativas no tiene que ser penosa. Para nada.    
@Mllanesg
[Publicado originalmente en el semanario Primera Plana, edición del 5 de julio de 2013]


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