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lunes, 29 de julio de 2013

Risas de animación y piedra

Parecerá mentira para quienes a estas alturas todavía alberguen prejuicios acerca del cine dirigido a los niños y sus padres, pero una de las mejores películas que ha hecho Nicolas Cage en estos años de líos con el fisco es Los Croods (The Croods, EUA, 2013), de Kirk De Micco y Chris Sanders, la alocada comedia acerca de una familia de la Edad de Piedra que se ve forzada a buscar una nueva casa cuando las placas tectónicas de la región donde vive comienzan a moverse: cosas de la prehistoria, ya se sabe.
Así, aunque muchos tal vez lo duden, parece buena idea que Cage haya dejado de lado su habitual gusto por las películas de acción que tanto han hecho por demeritar su carrera, para refugiarse en el cine animado. Todo ello sin perjuicio de que otros intentos recientes de Cage, como el thriller Vengador anónimo (Seeking Justice, 2011), de Roger Donaldson, donde el actor norteamericano interpreta a un ciudadano común acosado por un grupo de vigilantes, también tiene su mérito.
Pero volvamos a Los Croods. En ella, Grug (Cage) es un padre sobreprotector que vive refugiado con los suyos en una cueva, de la cual solo sale de día para cazar. Lo acompañan su esposa Ugga (Catherine Keener), su hijo Thunk (Clark Duke), la suegra, Gran (Cloris Leachman) y hasta la bebé Sandy (Randy Thom).
Destaca en el grupo la hija mayor de Grug y Ugga, Eep (Emma Stone), una chica rebelde e independiente que anhela conocer el mundo más allá de los estrictos límites impuestos por su padre. Con las historias con las cuales aterroriza a la familia cada día, Grug defiende la idea de que intentar cosas nuevas es peligroso, así que siempre hay que tener miedo. En uno de los aciertos del filme, vemos que Grug usa las paredes de la caverna para ilustrar sus enseñanzas: las pinturas rupestres de las cuales se habla con tanta solemnidad aquí responden a los inventos del padre.
Grug, ya lo hemos dicho, es un sobreprotector, sin embargo eso no implica que no haya peligros en la zona, después de todo estamos en la Edad de Piedra. Hay un estilizado tigre dientes de sable (llamado Chunky) y otros depredadores, acaso míticos: los guionistas y los animadores parecen haber construido una fauna especialmente para la cinta, con ballenas que andan por la tierra y otras criaturas, como esos pájaros carnívoros que aterran a la familia en una escena.
Luego de un terremoto, la familia tiene que buscar un nuevo hogar. Los ayudará en esa pesquisa un amigo de Eep, Guy (Ryan Reynolds), quien está en las antípodas de Grug, porque es un joven innovador capaz de manipular el fuego, nada menos.
De entrada el prólogo de la película, en el cual se explica al espectador la situación de los Croods, de inmediato sienta las bases de una violencia presentada con el desenfado propio del humor negro. De ahí en adelante, el slapstick, la comedia de golpes y caídas, será una de las constantes.
Como destaca el crítico español Javier Ocaña (“El miedo del troglodita”, El País, edición del 22 de marzo de 2013) y como es habitual en este tipo de trabajos, la película reivindica ciertos valores familiares, ahora con una enseñanza algo obvia que tiene que ver con la crítica de la sobreprotección paterna; al mismo tiempo, a la manera de uno de esos libros de superación personal, los guionistas de Los Croods nos hablan de las bondades de las ideas innovadoras (todo ello con la gracia propia de una animación de DreamWorks). De ahí que sea predecible cuál va a ser la evolución del personaje principal. O el final de la cinta, semejante a tantas otras.
Como ocurre en la serie de La era del hielo, los depredadores y sus víctimas terminan por formar extrañas familias, una armonía contra natura que no es obstáculo para que al mismo tiempo grupos tan variopintos vean enriquecido su potencial cómico, como efectivamente ocurre en Los Croods.
Lo mejor es la caracterización de la familia de Eep como un grupo brutal y montaraz, quien hace prisionero al pobre Guy. En la interacción de ese joven más sofisticado con una familia que cree que el fuego se apaga con hierba seca radican los momentos más acertados de la película. 
[Publicado originalmente en el periódico mexicano Primera Plana, edición del 26 de julio de 2013]


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